Juan Cairos es un cinéfilo de pro, admirador confeso de cineastas como Coppola, Kubrick y Spielberg a la vez que empieza a sentir atracción también por realizadores más actuales como Christopher Nolan. Apasionado de la fotografía y la escritura; comienza su andadura en lo más hondo de la cinefilia, participando en programas de radio como redactor y comentarista. Como realizador ha hecho diversos vídeo clips para grupos canarios como 13 Motos, con los que realizo el vídeo-clip del tema ‘Bajo el fuego‘.
Con motivo de la realización de un taller de cine, escribe un proyecto de guión que es escogido para realizar el proyecto de fin de curso. Se titula ‘La Coruja‘ que significa Lechuza. La historia transcurre a finales de los años cincuenta, cuando en un pueblo estaba llegando la electricidad y en algunas zonas estaban en plena transición. Una historia de suspense con algunas sorpresas según el mismo nos ha relatado.
Hemos tenido la oportunidad de entrevistarlo al respecto de esta aventura de rodar cine de época, en su primera obra en cine, y esto ha sido lo que nos ha contado.
Luego de la entrevista podrán ver el cortometraje en un enlace.
¿Cuál es el origen del guión de ‘La Coruja’?
Hay que buscarlo en las viejas historias familiares del pueblo. Mi madre me contó que siendo niña pasó mucho miedo cuando, todavía fuera, se hacía de noche. No había alumbrado público y estábamos en pleno proceso de cambio, es decir, que la electricidad fue viniendo a poco a poco, casa por casa. En esa década la gente del pueblo pasó auténtico terror. No puedo desvelar más. Curiosamente, cuando empezó a venir la luz, ya dejaron de suceder cosas extrañas. Estamos hablando de un suceso que ocurrió realmente, pero que se desvaneció en la bruma del olvido.
¿Qué referentes visuales has usado a la hora de plantear esta historia?
Siempre visualizaba luz tenue y cálida, proveniente de cirios, velas y quinqués, que era lo común en este tiempo, sobretodo en los pueblos de Tenerife. Imaginaba la casa de mis abuelos paternos y la luz crepuscular que bañaba la vieja cocina, proveniente de la ventana. Recurrí, sin remedio, a la pintura barroca y el romanticismo, pues éste corto posee el arduo reto de recrear escenas nocturnas. Una mezcla bien equilibrada de tonos fríos y cálidos. Según moldeaba el suspense del guión, reconozco que Hitchcock me hizo una visita. Creé los personajes de la historia basándome directamente en mis compañeros del taller, inspirándome en sus rostros y gestos. Mi pasión por la fotografía y mi búsqueda patológica de la luz, aportó bastante a la confección del aspecto visual de la historia. Otra cosa es ponerlo en práctica y para eso está el taller.
¿Cómo es trabajar con ese grupo en apariencia numeroso como cuentas en ‘La Coruja’?
En principio algo caótico, pues la inexperiencia sumado a la difícil tarea de dirección artística, atrezzo y vestuario, y producción, siempre lleva a algún que otro contratiempo. No es como en los rodajes al uso, disponemos de muy poco tiempo y no hay un previo de ensayo, y menos de ambientar desde cero, pues tenemos que decorar y diseñar y no es poco. El rodaje estuvo retrasado y gracias a la flexibilidad del profesor, pudimos disponer de varias jornadas más, cosa que agradecimos enormemente, ya que el guión se las traía en temas de arte, producción, etc.
Según avanzaba el rodaje adquirimos más experiencia y nos entendíamos mejor. Pero debo decir, y con mucho orgullo, que éste cortometraje fue un reto muy especial para todos y nos sirvió para aprender cómo se hace cine y cómo hay que enseñarlo. Aunque el nivel no sea profesional, al menos fue un trabajo muy completo de taller y un reflejo de la ilusión y las ganas de aprender.
¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar en ese grupo recién conocido del taller que realizas?
Para ser mi primera experiencia en el cine, bastante buena. Me sorprendió sobremanera la entrega de mis compañeros en la disciplina que le tocó a cada uno. Los actores son alumnos, unos con más rodaje que otros, pero en general ha sido muy buena, son grandes actores y lo comprobaréis, son magníficos.
Dificultades y pros en el momento en que el equipo se encuentra con tener que adaptar los escenarios actuales a los años 50.
Buena pregunta. Si partimos de la base de que estamos en un taller, de lo bisoños que somos, te diría que dificultades pocas. Dirección de Arte fue decisiva al igual que Vestuario y Producción. La búsqueda fue incisiva y constante, nada fácil, pues teníamos que encontrar un pueblo “ya desaparecido”, y la modernidad, junto al “feísmo” urbano, dificultaba dicho trabajo. Una vez encontradas las localizaciones, nuestra particular logística proporcionó todo lo necesario. Pedir permisos, incluso al Obispado para filmar dentro de una iglesia; familiares y ajenos que amablemente nos cedieron habitaciones, fincas, etc…
Un trabajo muy interesante y encomiable, pues no es nada fácil. Muebles, enseres, utensilios, vestuario, etc, un despliegue digno de una buena producción. A la hora de decorar, todos trabajamos, incluso aportamos ropa y atrezzo, pero al final conseguimos ambientar y dar vida a un pueblo “fantasma” de finales de los años 50. El resto lo hizo el encuadre, la luz y la composición. Insisto: Un reto conseguido y muy trabajado. Los agradecimientos serán ingentes en los créditos. 😉
¿Qué encontrará el público al visionar esta película?
Una vida pretérita, muy parecida a la que vivieron nuestros abuelos, o padres, y de cómo unos acontecimientos van modificando la conducta de los pocos habitantes del pueblo. Habrá suspense, quizás algo de miedo, muchas emociones encontradas y alguna que otra sorpresa. Si nos sumergimos en lo profundo y metafórico, es de esperar una continua oscilación del bien y del mal, de una rectitud y religiosidad que ha perdurado hasta nuestros días y que ya entonces, empezaba a peligrar. La modernidad acechaba en la era de Franco…Pero sobretodo de las ansias de libertad, inherentes en cada alma. Pedir igualmente, que sea benevolente y no muy crítico, pues partimos de un presupuesto cero y nadie es profesional. No hay que olvidar que estamos hablando del producto final de unos meses de aprendizaje.
Próximos proyectos…
Este taller me ha permitido aprender de profesionales a la hora de encarar un proyecto, de cómo manejarlo y ponerlo en práctica. Tenía la base autodidacta de la fotografía y ésto me ha ayudado mucho. Además, mis compañeros pusieron toda su confianza y escogieron mi guión como ejercicio final de taller, encargándome la tarea de dirección, cosa que agradezco mucho.
Tengo dos guiones que me encantaría rodar algún día. Uno es muy personal y metafísico, una historia ambientada en el futuro, pura ciencia ficción. Aún no tiene nombre, pero reconozco que te robaría el de “Noche Intermitente” 😉 El otro es más ágil, dinámico y urbano, una historia de la calle, cruel pero profunda, la de un poeta callejero en plena crisis existencial.
Y por supuesto, seguir aprendiendo, colaborar en diferentes proyectos y darlo todo por el cine, que es la niñita de mis ojos.