David Delgado San Ginés, que hace unos meses ya nos relató de manera generosa, detalles sobre la creación de su cortometraje “Aniversario de Nada“, que también puedes disfrutar aquí. Ahora volvemos a contactar con él, con motivo del estreno en la red de redes hace un par de meses, de su estupenda pieza “Sueño Fronterizo“, una producción del grupo de teatro “Profetas de Mueble Bar” para la que escribe y dirige, además de operar la fotografía.
David Delgado tiene en su haber más de 30 títulos, entre trabajos como director, director de fotografía, productor o guionista, entre medios audiovisuales como el cine, el documental y el video arte. En esta dilatada trayectoria se incluyen también colaboraciones con realizadores como Daniel León Lacave, Jairo López de la productora Digital 104, Pedro García, Juan Carlos Falcón, Luis Alberto Serrano o Javier Croissier entre otros.
“Sueño Fronterizo” es un muy bien producido y difícil de clasificar cortometraje, que navega entre el terror, los sueños, el subconsciente, la paranoia y el surrealismo. Y posiblemente nos quedemos cortos, para una mejor descripción del trabajo, les recomiendo hagan un visionado y saquen sus conclusiones.
Luego de esto, pueden leer las respuestas que nos ha proporcionado su director al mismo, donde nos cuenta la génesis del proyecto, anécdotas del rodaje, y comparte además su pasión, sabiduría cinematográfica y vital, de muchos años y experiencias en el tan difícil y a la vez apasionante mundo cinematográfico.
¿Cuál es el origen de la historia y del proyecto?
La historia o idea inicial era la de rodar un minicorto de un par de minutos para incluirlo en un trabajo documental de corte cercano a la vídeo creación sobre el cineasta amigo y mentor José Hernández Moralejo. El corto iba a ser como un homenaje a uno de los cortos surrealista de ese cineasta, y con los mismos actores que lo interpretaran (Profetas de Mueble Bar) más de 20 años atrás. Para ello elaboré un pequeño boceto de guión, y al darlo a leer a los actores quedaron prendados de la idea, de la atmósfera que quería conseguir. En realidad se trataba de un pequeño corto sin presupuesto, sin iluminación profesional, sin nada, con un interior y un exterior, tan pobre como el propio documental que tenía entre manos, lleno de materiales inconclusos y mayormente de copias en muy mal estado pertenecientes a copiones o a copias de proyección de 16 mm. Los actores, entusiasmados con repetir una experiencia similar, me preguntaron que porqué no elaboraba una historia completa y la rodábamos un poco mejor. Sin muchos ánimos de inicio hice un boceto de lo que podría ser la historia. La leyeron y ya no hubo vuelto atrás, me ofrecieron co-producirla, presentarla a las ayudas de cine y rodarla con mimo y esmero. Como comúnmente se dice, tirar la casa por la ventana.
Reconozco que era tentador pero también daba vértigo, hacía 14 años que no dirigía ficción y no sabía si se me iba a apetecer meterme en un tinglado semejante, conociendo, por mi trabajo como operador de fotografía, que es lo que pasaba en los rodajes cuando se planteaban de forma más o menos profesional o industrial. Entre todos me empujaron. Debo decir que antes de enfrentarme a semejante monstruo decidí producir, dirigir y fotografiar otro corto de ficción de guión propio, en un interior de condiciones parecidas y con la estructura clásica de los rodajes, como entrenamiento previo en todas las facetas y para ver si después de tanto tiempo sin querer saber nada de dirigir ficción se me iba a dar medianamente bien o si se me iba a apetecer. El corto en cuestión fue “Aniversario de nada”, y la verdad es que el equipo de rodaje me lo puso tan fácil que no dudé demasiado en intuir que iba a soportar física y mentalmente la siguiente paliza. Con Aniversario aprendí a disfrutar un rodaje de este tipo, mucho tiempo después de entender que en ellos casi nunca se disfruta.
Estamos ante un trabajo de evidentes características industriales en su creación. ¿Cómo es trabajar en un trabajo verdaderamente profesional en comparación con otros trabajos donde se cuenta con poco o casi ningún presupuesto?
En Canarias pocas veces hemos podido trabajar (al menos la gente con las que me he movido en varios niveles) de una manera profesional que se pudiera equiparar a las formas más profesionales de península. Aquí, en este corto, el presupuesto tampoco era para tirar cohetes, no iba a significar una mejora en las condiciones económicas de la gente, ya que la mayoría, más de la mitad de los implicados, seguiría sin cobrar, cosa que lógicamente me entristece. La diferencia iba a estar en las condiciones materiales y en el diseño de producción, enfocado en la detallista forma de afrontar las distintas escenas y planos. En el apartado técnico la diferencia radicaba en la cámara de alta definición a utilizar (Red One), un modelo de última generación casi prototipo y la primera vez que se usaba en Canarias por un equipo canario para rodar un cortometraje, sabiendo que lo que íbamos a rodar acabaría en copia cinematográfica de 35 mm., lo que imponía (y ponía) más a la gente, también a mí mismo.
Este hecho hizo que la película se cuidara en todos los detalles desde el principio hasta el último segundo del último día en el laboratorio cinematográfico, y esas decisiones segundas o terceras, realizadas de manera más o menos rápidas había que tomarlas sabiendo los riesgos que se corrían y sin tiempo para corregir las posibles meteduras de pata (cosa que sí se puede hacer en un trabajo de corte menos profesional, que no necesariamente de menos rigor, donde tienes más tiempo posteriormente para dejar descansar el montaje y decidir cambios posteriores, o donde también puedes improvisar algo más durante el rodaje). En Sueño fronterizo se pudieron hacer muy pocas improvisaciones o añadidos durante el rodaje a lo que ya se había establecido en el guión técnico, con aplicaciones de algunos efectos en 3D, que estaba muy marcado y planificado para cumplir cada una de las duras jornadas de trabajo en interiores y en un exterior, y con un equipo humano mayormente de poca experiencia en rodajes de este tipo, que todo hay que decirlo, pueden llegar a ser muy estresantes, agotadores y frustrantes cuando las cosas no fluyen. Aunque en trabajos de cortometraje de menor presupuesto o más ligeros, también se pueden cuidar todos los detalles y ser pejigueros en todos los procesos, y sufrir el mismo tipo de estrés, se puede decir que se diferencian en las exigencias a priori, durante y después del rodaje, y que algunas cosas están tan marcadas en los rodajes “más exigentes” que salirte de ellas puede ocasionar un gran dolor de cabeza y un despilfarro económico (al tiempo que de energías).
Terror, paranoia, surrealismo…Nos podrías explicar un poco como fue el proceso de escritura de esta singular y la vez angustiosa pieza.
Como te explicaba antes, el proceso de escritura obedeció a una petición singular. Como yo no me considero un guionista con todas las letras y sí más un hacedor de imágenes y de atmósferas y sus sensaciones incrustadas en ellas, mi proceso consistió en inventar situaciones que encajaran dentro de la idea primera. Para ello intenté aprovechar algunas ideas que ya tenía escritas respecto a temas que iban dentro de la temática: fantasía surreal, angustias existenciales descontroladas, fantasmas corporeizados, ideas sobre las represiones humanas conectadas con la psique inconsciente, la idea de la muerte en distintas culturas, y todo eso visto desde varias perspectivas o disciplinas artísticas como el cine, la pintura, la literatura… Un potaje, vamos, pero las adapté a la idea de partida: un hombre hace un viaje entre la vigila y el sueño, entre la vida y la muerte, y todo va mal desde el principio. Ese viaje a lo largo de la noche no será nada bueno, este hombre tendrá que ir entrando más y más en su inconsciente, luchando contra sus miedos, sus fobias. Curiosamente, en todo este proceso de adaptación de ideas y de atmósferas, se me quedó fuera una de las imágenes que reposaban en la idea primera del corto barato que quería hacer para meterlo en la vídeo creación documental. O sea, me quedé sin esa imagen y sin el documental, varado desde entonces como esas imágenes inconclusas del cineasta del que quería hablar.
Recuerdos o anécdotas en el transcurso del rodaje…
¡Buff!, recuerdos. Procuro evaporarlos rápidamente, de otra forma te volverías loco. Pero algunas cosas han permanecido, buenas, neutrales y menos buenas. La neutral fue un momento del rodaje en la que confesé a la cámara del making que ni yo ni nadie entendería el corto final porque no sabía ni lo que estaba rodando, cosa que provocó las lógicas risas de algunos. La buena, que me di cuenta por enésima vez que la gente que se mete en un rodaje de estos sin esperar recompensa, o están locos o aman demasiado las imágenes. El primer recuerdo negativo de verdad me llega del tercer día, que fue una frontera, o todo se iba al garete o la cosa fluiría. Y casi se va al garete, hubo incluso un momento en que aquello parecía más un velatorio de un perro solitario que un rodaje. La cosa no arrancaba por problemas de personal, pero la gente de producción se puso las pilas y pudimos respirar al final del día. A partir de esa jornada, una vez superada la crisis, se rodó con algo más de alegría y fluidez. Pero lo peor con diferencia fue lo que nos sucedió el 4º día, en el que salíamos de los interiores para ir a un exterior de un paisaje solemne. Creíamos que íbamos a sentirnos más libres, pero fue todo lo contrario, nos metimos en la garganta del infierno, nos encontramos con el típico día luciferino del año donde el aire no existe, y si existe es ardiente, sin nada de humedad, donde el agua casi se evaporaba a la sombra y el hielo se derretía sin compasión. Creí que la gente terminaría marchándose en los pocos coches que teníamos y que me quedaría allí yo solo con el fiel ayudante de dirección cual perro lazarillo, pero no tenían ni fuerzas para huir de allí ni donde esconderse, no había nada de sombra.
Al mediodía, ya con pocas fuerzas, me puse a pensar con calculada compasión. Con lo poco que habíamos rodado no montaba nada, pero si lograba unificar algunas cosas de lo pendiente para el resto del día con algunos de los planos que se tendrían que hacer al día siguiente, podría eliminar ese segundo día de rodaje sacrificando una parte de la historia y mandar a descansar a la gente a sus casas para afrontar con optimismo los dos últimos días de rodaje. Lo comenté a la gente y todos pusieron cara como de haber visto pasar un ángel, pero sonaba a cachondeo alucinatorio propiciado por el calor. Pero les juré que iba en serio. El resto era concentrarnos para sacar la planificación corregida y aprovechar al máximo la luz solar. Se rodó como se pudo, ni el equipo humano más versado lo hubiera hecho mucho mejor que nosotros en esas condiciones físicas y mentales. A todo eso se sumó que la cámara se recalentaba como cosa mala y se colgaba bastante (la RedOne, mitad cámara fotográfica gigantesca mitad ordenador, con un proceso interno en ese momento casi prototipo). Ese día dejó una cosecha que duró hasta el proceso de montaje, cuando me puse a revisar lo rodado para comprobar las mejores tomas, y descubrí casi con espanto que el plano más complicado de hacer y en la mejor toma, había desaparecido. Constaba en el listado de cámara, estaban sus códigos, pero el archivo se había evaporado. Revisé los discos duros y el volcado primero, pero nada, se había esfumado, probablemente en uno de esos parones y reinicios de la dichosa y bendita cámara.
Has contado alguna vez que una de las fuentes ha sido el surrealismo canario. ¿Crees que la cultura e historia canaria, aguarda en sus baúles material interesante para adaptar al formato cinematográfico?.
Sí, es cierto que me inspiré vagamente en ciertos componentes surrealistas fetasianos de la literatura y la pintura canaria, siempre me han fascinado. Y sí, se pueden rescatar algunas cosas muy potentes de la iconografía cultural, artística e histórica de Canarias para hacer obras artísticas de toda índole, más allá de folclorismos rancios o de imposturas regionalistas de patrocinios varios. Creo que los creadores canarios actuales vinculados al cine han explotado muy poco esta vertiente, quizás por su juventud o por desconocimiento de algunos de nuestros mejores signos, o bien porque sus intereses van más por otros derroteros más “universales”, o porque no se les ocurre como incluirlos en sus historias En este punto debo decir que lo universal no está reñido con lo local. Estamos interconectados, tenemos las mismas necesidades humanas, nos planteamos problemas similares, y en cada cultura sus signos ayudan a situarnos mejor en el mundo. En este sentido, ese nuestro baúl de materiales del que me hablas, está a buen seguro lleno de sorpresas. Solo hay que curiosear un poco en él y ver la mejor forma de afrontarlos.
Como experimentado realizador y espectador de cine en Canarias, ¿cómo ves el emerger de talentos audiovisuales que vive ahora mismo el panorama cultural canario?
Esta es la pregunta del millón sin una respuesta clara. El talento siempre ha existido, no hay ahora más que antes, pero sí se ve de forma más evidente, por la simple razón que ahora las herramientas al alcance de cualquier persona razonablemente afortunada, ha propiciado una explosión vertiginosa. Casi se puede decir que esos talentos están tomándose la revancha de tantos otros anteriores que por causas propias de su época (inexistencia de ayudas y carísimos medios) no pudieron ensayar con las mejores y caras herramientas de aquél entonces, y los que podían hacerlo lo solían hacer con la sencillez que les permitían las herramientas que tenían más a mano y con unos conocimientos en ocasiones muy rústicos. Habían talentos e ideas, pero faltaba el resto. Ahora hay una infraestructura técnica base en manos de casi cualquier estudiante de imagen, que facilita enormemente el aprendizaje, también están las escuelas de formación profesional, las universidades y finalmente los cursos especializados fomentados por las instituciones y asociaciones varias.
Y como no, las ayudas regladas para el sector audiovisual, casi siempre polémicas, pero que indudablemente han ayudado a dar el necesario empujón al sector audiovisual vinculado con las formas cinematográficas, facilitando cierto boom de las obras canarias en el exterior e incluso ayudando a colocarse en un lugar de cierto privilegio en la industria nacional e internacional, a algunos de sus valedores, a los que no nombro para no dejar a nadie en el odioso tintero de los olvidos. A pesar de todo eso, seguimos necesitando oxígeno y un poco de organización y de ayuda, porque las cosas ahora van demasiado deprisa y la gente apenas tiene tiempo de reflexionar o de reciclarse debidamente. Lo bueno es que el mundo parece aparentemente más cercano que antes gracias a la bestialidad tecnológica, y las influencias nos llegan a tiempo real, tanto en las cuestiones estéticas como en las ideológicas. Eso a veces es muy bueno y otras veces es un tormento. Pero es indudable que han ocurrido cosas positivas inimaginables hace 20 años en el sector audiovisual canario, pero hay que seguir bregando, no tenemos una panacea. A ojos de un joven cineasta lo de ahora no es nada especial, pero a ojos de los veteranos del lugar, lo de ahora es casi un sueño (con sus lógicos manchurrones, que nadie crea que estamos viviendo en un ideal realizado). La prueba es que muy pocos han logrado terminar viviendo de esto, si es que alguien creía que se podía conseguir.
Próximos proyectos…
Bueno, aquí me la has liado. Proyectos uno siempre tiene, pero somos tantos queriendo sacar cosas adelante de una forma más o menos lustrosa, que ponerlos en marcha y llegar a buen puerto es casi una odisea. A veces puede suceder que las cosas marchen fluidas y que en poco tiempo tengas armado un proyecto, pero no es la norma. Lógicamente me refiero a poder contar con algún tipo de ayuda o bien de hacerlo por tus propios y casi siempre modestos medios. Por eso muchos tenemos la doble vía: la de preparar un proyecto de esos engorrosos en el tiempo y en el espacio y encontrar un productor de esos rara avis (o hacerte tú empresario productor sin sentirlo en las venas y sin conocer todos los cauces), o bien de hacer cosas con más libertad, con menos imposiciones, sean de tipo legal, técnico, estilístico, etc. Tanto en una como en otra vertiente, casi todos los realizadores te pueden decir que tienen proyectos, pero yo te confieso que de un tiempo a esta parte me siento más cómodo sacando proyectos (propios o ajenos) de menor envergadura, ensayos, experimentos visuales y narrativos, a veces también cercanos a mi mundo emocional. Creo que eso tiene que ver no solo con las necesidades personales sino con las influencias que te viene de ver trabajos de otros cineastas y de otras cinematografías periféricas no ancladas en la idea estrictamente comercial o monopolizadora de las formas y los contenidos.
De todas formas permíteme terminar diciendo que no me considero un experimentado realizador (como me apuntabas en una de tus preguntas), ni siquiera con la cámara, que es lo que más he tenido entre manos. Prefiero verme como un explorador que va descubriendo a cada paso cosas que le pueden aportar más pistas de por donde seguir tirando. Y ahora mismo, esos descubrimientos y pasos creo que los tengo más a mano en proyectos factibles muy personales y menos comprometedores, si se quiere decir, en un cine de andar por casa (como siempre, pero más de casa aún). Quizá sea esta una respuesta o solución lógica a la falta de perspectivas, la independencia radical, provocada en parte por la impotencia de saber que no todos podremos acceder a un tiempo a las tradicionales formas de financiación y rodaje (formas igualmente en crisis). También hay a veces un factor personal, de una idea que madura y que te dicta otras necesidades. Finalmente se puede imponer el simple amor a las imágenes, y entonces tomas la cámara y sales a la calle. Y ahí estás de nuevo, en el principio.
Espero no haberme excedido en mis respuestas. Un saludo a todos los lectores.