“No somos nadie” es una tragicomedia cargada de humor negro en la que la esperanza y la desesperanza van de la misma mano.
PABLO FAJARDO (1983)
Curtido como guionista y autor de teatro, Pablo Fajardo ha desarrollado su trabajo en productos televisivos como ‘El Intermedio‘ o ‘Los hombres de Paco‘, y en programas de sketches como ‘Palomitas‘ o ‘Vaya tropa‘. En 2012 escribe y estrena la obra ‘Con carácter indefinido‘ para Microteatro por dinero, que será representada en Madrid, y luego decide adaptarla al formato cinematográfico, convirtiéndola en el cortometraje ‘No somos nadie‘ con el que además hace su debut en cine de formato corto.
‘No somos nadie‘ es una tragicomedia interpretada por Santi López y Adán Hernández, los mismos actores que le dieron vida en la pieza teatral, y a los que acompañan también los fantásticos actores Sigrid Ojel y José Luis de Madariaga.
También ha contado con la dirección de fotografía de Gabriel García, el sonido de Miguel J. Aguilera, la producción de Lau Lorenzo o la música de Pilar Prendes, entre otros muchos técnicos y profesionales.
Sobre este trabajo, el proceso de elaboración de guión y el trabajo con los actores, hemos podido hablar con su autor Pablo Fajardo, y esto ha sido lo que nos ha contado.
Origen del proyecto
La primera idea fue un sketch. Por aquel entonces trabajaba en un programa de televisión que todavía estaba en preproducción. Cada tarde, teníamos que llevar cinco ideas de sketches nuevas. Una mañana se me ocurrió una que está muy relacionada con lo que ahora es este corto. Creo que llegué incluso a escribir un sketch de dos páginas pero nunca lo llegué a presentar. Al segundo folio, vi cómo los personajes iban creciendo y le vi desarrollo y posibilidades a la historia, asi que decidí quedármela para mí. Semanas después, me puse a desarrollarla y se convirtió en una pequeña pieza teatral. La presenté a las convocatorias de “Microteatro por dinero”, la escogieron y la estuvimos representando durante un mes. Quedamos bastante satisfechos y en aquel momento decidimos que, cuando pudiéramos, debíamos rodarlo. Pasó un año y muchas circunstancias de por medio hasta que finalmente me lancé.
Aunque alguna vez me había rondado la idea, nunca me había animado a rodar nada más allá de cositas muy amateur. De alguna manera, creo que buscaba una historia que me pudiera enganchar. Yo creo que rodar un corto es como hacerse un tatuaje: tiene que contar algo. La próxima vez me tatúo un ancla en el hombro.
¿Cómo fue el proceso de adaptar tu pieza teatral al formato cinematográfico del cortometraje, en tu primera pieza como director?.
Lo cierto es que fue relativamente sencillo, ya que en la pieza se encuentran las bases que sustentan el corto.
En este sentido, la sencillez de la puesta en escena original ayudó bastante. Ambos trabajos están ambientados en un velatorio y quizás ahí se encuentre la diferencia principal en el proceso de adaptación. En la pieza teatral, el velatorio se recreaba a través de los propios espectadores, que eran a su vez los amigos y allegados del difunto, estableciendo con ellos un pequeño juego teatral. En la adaptación cinematográfica ese ambiente y esos personajes había que recrearlos. De ahí surgieron dos pequeños personajes adicionales e incluso una pequeña subtrama que no estaba en el texto.
Otra de mis preocupaciones principales era que la atmósfera del corto resultase demasiado asfixiante, ya que la pieza teatral se desarrollaba en un único espacio . Hubo que buscar diferentes mecanismos para que nuestros personajes transitaran por otras localizaciones.
Imagino que trabajar con los mismos actores que protagonizan la obra de teatro es una ventaja. ¿Cómo fue el trabajo con los actores en comparación con lo trabajado en la obra de teatro?.
Esto fue una bendición. De hecho, si no hubiera contado con ellos creo que no habría llegado a rodar. No por una cuestión de comodidad, sino porque la construcción y la riqueza y los matices que crearon Santi y Adán era tan rica y completa que sería incapaz de imaginar a estos personajes siendo encarnados por otros actores.
Una vez que arrancamos la preproducción del cortometraje, hicimos unicamente uno o dos días de ensayos en los que nos dedicamos a refrescar y a matizar el cambio de registro que implica pasar de un medio a otro. Ellos son dos “animales” muy intuitivos y saben perfectamente cómo jugar en cada registro. Esto fue una gran ventaja ya que, durante el rodaje, sólo hubo que hacer pequeños matices de dirección de actores y pudimos centrarnos en aspectos más técnicos.
Como guionista y autor teatral ¿por qué crees que predominan tan poco las comedias en la creación cinematográfica canaria? Siempre he visto una tendencia más hacia el drama e incluso al drama más extremo. ¿Qué opinas de ello?.
A mí también me ha llamado la atención y no tengo una respuesta clara. Quizás es la propia tendencia festivalera, que suele premiar más una serie de géneros sobre otros (aunque en este sentido yo empiezo a sentir un cierto cambio) o quizás es porque, en ocasiones, al hacer comedia, el grado de exposición y riesgo suele ser mayor. En cualquier caso, creo que lo principal es que cada uno trabaje desde el medio en el que se sienta más cómodo y pueda verse reconocido.
Tratando temas tan actuales como lo son por ejemplo la crisis, desde el punto de vista de la tragicomedia ¿crees que puede funcionar como catarsis para el espectador, el buscar el humor dentro de la tragedia?
Pues a nivel general, supongo que sí. Y si me preguntas en relación a mi corto… pues no lo sé, supongo que habrá que esperar a la reacción del público. En cualquier caso, cuando me siento a escribir no lo hago con la intención de liberar al espectador de nada en particular. Cada uno es libre de tener sus propios demonios. Me da un poco de reparo eso de ponerme a dar mensajes o a adoctrinar. Simplemente, intento que se me ocurran cosas graciosas y minimamente sorprendentes. Y se da la circunstancia de que esas cosas suelen nacer desde el dolor y las desgracias que nos rodean. Sí creo que el humor no tiene límites y que en la mayoría de los casos los que establecen esas barreras son los “limitados de humor”.
En pocas palabras ¿qué se encontrará el espectador con ‘No somos nadie’?
“No somos nadie” es una tragicomedia cargada de humor negro en la que la esperanza y la desesperanza van de la misma mano. Un trabajo pequeño, en cualquier caso, pero hecho con mucha ilusión por un equipo al que le estaré siempre agradecido.
Y si acuden al estreno, también encontrarán un director que suda.
Proyectos futuros.
De momento no hay nada muy definido. Tengo un guión personal del que llevo dos años tirando que espero terminar en algún momento y hay dos ideas de largo por ahí que estoy empezando a trabajar con dos directores.
Ah, y el martes me voy con mi chica a Marruecos.